Del chisme al grito cuanto hay? Bla bla bla .. cuanto mas se habla menos se dice.
Vivimos hablando en nuestras relaciones diarias, bla bla bla, como si transmitiéramos un partido de fútbol todo el tiempo. Tenemos necesidad de contar todo lo que sucede, a los otros y a nosotros. Transmitir como el teléfono descompuesto la historia de todo lo que nos sucede, los rumores de las situaciones que cuanto mas narradas, más irreales se hacen.
¿Qué pretendemos al hablar sin parar? Mantener activa una relación, creyendo que el otro permanece mas en nuestra vida cuando mas hablamos?
Confundimos una comunicación sana con un océano turbulento de palabras. Cometemos la locura de llegar a nuestra casa que debería ser un santuario de vibraciones pacificas y bellas, y al minuto de abrir la puerta le contamos a quienes están allí, todo lo que nos sucede en el mundo para que el otro acompañe nuestra situación o nos consuele en nuestra calidad de victima.
Después de la incontinencia verbal, solemos prender la TV y escuchar durante varias horas mas, como hablan los otros.
Nuestras mentes adictas al ruido no se permiten el espacio de sanación que sólo da el silencio.
¿Es esto hablar desde el alma? ¿Es esto hacer que el corazón se exprese?
Esto nos demuestra que desde el grito hasta el chisme, desde el rumor hasta la conversación frívola, poco creativa y finalmente intrascendente, estamos perdiendo en las relaciones humanas ocasiones preciosas de fundirnos a través de la mirada en el alma del otro, haciendo que la personalidad se duerma y que el ser se funda en el otro en forma sublime. Cuando la nueva tentación de dialogo irrefrenable aparezca, siempre estamos a tiempo de volver a la verdad y volvemos a ser los co- creadores de nuestra vida.Isabel de Gonzalo. MCPC